La teoría cuántica se basa en dividir la realidad en dos.
Por un lado está el “mundo clásico”, que es el que todos percibimos a simple vista y donde funcionan las leyes del movimiento de Newton que todos conocemos, como la inercia o la acción-reacción.
Pero al mismo tiempo, según esa teoría, a escalas subatómicas existe un “mundo cuántico”, que juega bajo sus propias reglas y que no se puede explicar con las leyes del mundo clásico.
Esta división fue planteada por el físico danés Niels Bohr en 1927 y es parte fundamental de lo que se conoce como la Interpretación de Copenhague.
“Como Bohr dejó en claro, el límite que separa el “mundo cuántico” y el “mundo clásico” es arbitrario y se puede dibujar de manera diferente en cada experimento, dependiendo de las intenciones del observador”.
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